RESOLUCIÓN: FRENAR EL CAMBIO CLIMÁTICO Y PROTEGER A EUSKADI
El cambio climático ya está aquí y todo parece indicar que ha llegado para quedarse. En Euskadi no somos ajenas a esta realidad, por lo que debemos articular las políticas necesarias para frenarlo, mitigar sus consecuencias y adaptarnos a la nueva situación para asegurar un futuro digno a las generaciones presentes y futuras.
En diciembre de 2015 se alcanzó un acuerdo global sobre el clima: el Acuerdo de París. Este Acuerdo es el marco internacional para desarrollar las acciones sobre el clima a todos los niveles, y constituye el horizonte al que que se deben someter las políticas públicas.
En Euskadi los principales instrumentos de Gobierno Vasco respecto al Clima son la Estrategia de Cambio Climático “Klima 2050” y la Estrategia Energética de Euskadi 2030 (3E2030). Ambos son insuficientes por lo que urge una revisión en profundidad de sus líneas de actuación y objetivos para cumplir con lo estipulado en el Acuerdo de París.
En este sentido defendemos que abandonar las energías sucias (petróleo, carbón, gas) y apostar por las energías limpias (el sol, el viento, el agua, la tierra y las plantas) debe ser una prioridad política, económica y social. El fin de las subvenciones a las energías fósiles, así como la desinversión en estos sectores, es una condición necesaria para que el “100% renovable” sea algo más que un lema.
Sin embargo sustituir el tipo de energía que usamos, con ser un objetivo importante, no es en absoluto suficiente para revertir el cambio climático que ya nos afecta. Es preciso también cambiar la forma en que usamos la energía para producir, para trasladarnos, para alojarnos o para disfrutar del tiempo libre. Es necesario además utilizar esa energía de la manera más racional, evitando su derroche y procurando usar la energía escasa del modo más eficiente posible. Es imprescindible, en suma, un cambio radical en nuestra forma de organizar la economía, las ciudades, el trabajo e incluso las relaciones humanas.
Por todo ello consideramos que una nueva política de mitigación y adaptación al cambio climático en Euskadi se debe basar en los siguientes ejes:
- El desarrollo urgente de un modelo energético basado en el ahorro, la eficiencia energética y las energías renovables, en el que las fuentes de energía estén en manos de la ciudadanía o de sus instituciones públicas.
- El diseño de una red de transporte para las personas basada en moverse a pie o en bici por las ciudades, en el transporte público como medio para enlazar los principales núcleos urbanos y en modos colectivos flexibles (vehículos eléctricos de préstamo, minibuses) para conectar la red de transporte público con los núcleos rurales, así como un transporte de mercancías por ferrocarril para el transporte interurbano y con medios de transporte “cero emisiones” para la logística dentro de los núcleos urbanos.
- La implantación de una planificación urbana que incorpore el ecodiseño y la sostenibilidad como principios rectores, fomentando la construcción de viviendas autosuficientes y la rehabilitación energética de las ya existentes. La adopción de unos criterios de planificación territorial que integren las actividades productivas y educativas con los espacios de vivienda y ocio, de modo que se reduzcan al máximo las necesidades de desplazamiento.
- El incremento de la capacidad de la naturaleza para absorber el dióxido de carbono, mediante la restauración y la protección de los ecosistemas fluviales y terrestres, e impulsando una infraestructura verde que potencie la biodiversidad y conecte, por medio de corredores ecológicos, los espacios naturales y rurales con los espacios verdes urbanos. Incrementando estos últimos, se permitirá reducir el efecto «isla de calor» en las grandes áreas urbanas.
- En el medio rural apostar por una gestión forestal, agricultura y ganadería sostenible, de modo que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y se incremente la capacidad de fijar el carbono en el propio ecosistema al tiempo que se desarrollan redes de suministro de alimentos saludables y de proximidad a los núcleos urbanos cercanos.
- La transformación de los sistemas de gestión de residuos urbanos para que, a través de la sensibilización y la educación ambiental, se consiga alcanzar a medio plazo el objetivo de “residuo cero” a través de la reutilización, el reciclaje y el compostaje, de modo que se puedan ir clausurando las plantas de incineración y vertederos que en la actualidad son responsables de buena parte de las emisiones de Euskadi.
- El replanteamiento de las políticas de gestión del agua para asegurar los recursos hídricos del país, especialmente en épocas de sequías derivadas del cambio climático, garantizando la protección integral de los acuíferos y de las masas de agua dulce, y fomentando la inversión en tecnologías que permitan un mayor ahorro en la industria o que mejoren la eficiencia en la depuración de las aguas residuales. Además, priorizar la ejecución y puesta en servicio de todas las infraestructuras de necesarias.
- La promoción de la investigación y el desarrollo de productos y servicios que contribuyan a la reducción de las emisiones asociadas al consumo.
- La implantación de una fiscalidad verde orientada a no subvencionar o a desincentivar las actividades económicas que inciden negativamente en el cambio climático, así como a gravar la inversión en dichas actividades.
- La puesta en marcha de programas educativos dirigidos a incrementar la sensibilización y la comprensión de la ciudadanía y de los agentes económicos y sociales acerca de la necesidad de frenar el cambio climático y las posibles respuestas de adaptación, acompañados de procesos de participación ciudadana que fomenten la corresponsabilidad en lo que respecta a los procesos de toma de decisiones.
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RESOLUCIÓN: “UNA ECONOMÍA MÁS VERDE PARA CREAR EMPLEO ESTABLE”
Desde el estallido de la crisis financiera en 2008, mucho se ha hablado acerca de reducir el peso del ladrillo y el hormigón en nuestra economía. En consecuencia, se ha planteado una y otra vez la necesidad de abordar un cambio del modelo productivo que sea capaz de reducir el alto nivel de desempleo que sufre nuestra sociedad, en especial entre la juventud.
A lo largo de este tiempo los verdes hemos planteado el cambio del modelo productivo como una oportunidad para transformar el insostenible modelo de producción y consumo al que nos aboca la economía capitalista, con sus nefastas consecuencias en forma de agotamiento progresivo de los recursos naturales, destrucción de la naturaleza, despoblación y empobrecimiento de las comunidades rurales, y desempleo de larga duración en las áreas industrializadas en declive.
Por lo tanto la efectividad de esta transición vendrá condicionada en buena manera a que consigamos modificar las pautas de consumo que ahora mismo predominan en nuestra sociedad. Será necesario adoptar criterios de consumo responsable, ético, local y de menor impacto ambiental. Pero al mismo tiempo deberemos avanzar también hacia estilos de vida menos consumistas orientados al uso compartido de bienes, el trueque o la reutilización.
La otra palanca sobre la que se deberá apoyar la transformación del modelo productivo es la de la fiscalidad. Los impuestos son un potente instrumento de gobernanza que, además del fin recaudatorio, han de servir para redistribuir la riqueza y, en la situación económica actual, para impulsar un modelo productivo más sostenible. En este ámbito se precisan mecanismos fiscales que penalicen el uso ineficiente de los recursos naturales escasos, o que graven las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, al mismo tiempo, es necesario detectar y erradicar también las técnicas de elusión fiscal que a menudo utilizan las grandes multinacionales implantadas en nuestro territorio y en el entorno español y europeo, porque al fin y al cabo comportan una competencia desleal para las empresas vascas, sobre todo para aquellos sectores sostenibles emergentes que deben competir con sectores ya consolidados, a menudo dominados por dichas empresas multinacionales.
Dicho esto, en un territorio como Euskadi el cambio de modelo productivo exige sin duda reformular el papel de la industria, por su fuerte peso en la economía y por ser el principal nicho de empleo por cuenta ajena. Esta transformación ha de orientarse en varios sentidos:
- Potenciar aquellos sectores o actividades industriales que permitan satisfacer las necesidades básicas de la sociedad de un modo más sostenible, en detrimento de otros con mayor impacto ambiental. Para ello habrá que poner en marcha los instrumentos políticos, legales, fiscales o administrativos que se precisen para iniciar una dinámica de evolución positiva en los sectores industriales más insostenibles. En esta transformación será imprescindible el papel de las políticas de I+D+i, así como el efecto tractor de las políticas de compras que promueva el sector público.
- Introducir cambios profundos en otros sectores económicos para crear sinergias con la industria más sostenible. Así, en el sector primario interesa apoyar la producción agroecológica y la pesca sostenible para reactivar una industria local de elaboración de alimentos con mayor valor añadido. También es preciso gestionar de forma sostenible las masas forestales autóctonas, para recuperar un sector de la madera que obtenga productos elaborados de mayor valor comercial, en detrimento de las plantaciones de madera barata. En el sector de la construcción habrá que fomentar la rehabilitación integral de edificios, la implantación intensiva de las energías renovables y la bioconstrucción. Y en el sector terciario es fundamental impulsar el transporte público y adaptar la gestión de los residuos urbanos a los principios de la economía circular (reutilización, reciclaje y compostaje). Estos sectores son los que, en última instancia, tienen capacidad para crear empleo verde y no deslocalizable.
- Poner en marcha otras actuaciones complementarias, como planificar un sector turístico sostenible y descentralizado, recuperar el tejido comercial de los núcleos urbanos o extender las redes de comunicaciones avanzadas a todo el territorio. Estas actuaciones, si bien no afectan a la industria de forma directa, sí ayudan a conformar una economía más sostenible y resiliente, al tiempo que contribuyen a la creación de empleo neto.
En cualquier caso conviene no olvidar que para la ecología política el fin último de la economía es el de satisfacer las necesidades básicas de las personas. En este sentido las empresas -sean o no industriales- no deben limitar sus objetivos a conseguir el mayor beneficio económico posible, sino que además deben mantener un triple compromiso con la sociedad: revertir parte de esas ganancias en forma de impuestos, proporcionar un medio de vida digno a las personas que la integran y asegurar que la actividad es sostenible en el tiempo, tanto desde el punto de vista social como ambiental.
Por lo tanto en el ámbito de la empresa debemos impulsar cambios en el tejido productivo vasco que le permitan adaptarse a las nuevas circunstancias socioeconómicas que se avecinan, y que se resumen en las siguientes líneas de trabajo:
- Promover las cooperativas, sociedades laborales u otras formas de economía social que aseguren que la actividad empresarial es de propiedad colectiva, ya que en estas entidades el compromiso social prevalece por encima del interés económico.
- Impulsar cambios en las estructuras de poder de las empresas, de modo que las organizaciones jerárquicas dejen paso a modos de organización más democráticos, horizontales y participativos, donde cada persona pueda aportar sus conocimientos y sus opiniones en beneficio de la empresa y de la sociedad en general.
- Desarrollar modelos organizativos flexibles y consensuados, que permitan a las industrias adaptar su capacidad productiva a las circunstancias cambiantes del mercado.
- Consolidar un sector público estable en torno a los cuidados (educación, sanidad, dependencia, inclusión), que facilite la cohesión social necesaria para que la reestructuración de las actividades productivas y los vaivenes de la economía global no repercutan negativamente en la calidad de vida de la ciudadanía vasca.
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RESOLUCIÓN: TRANSPARENCIA, PARTICIPACIÓN Y GOBERNANZA, PERO DE VERDAD
Hace aproximadamente 70 años G.Orwell dijo que “el discurso político y la escritura son en gran parte una defensa de lo indefendible”. Sin embargo, actualmente vivimos en una época en la que la política se ha convertido en una suerte de caza de brujas, de forma que, cada vez más, los discursos políticos se van convirtiendo en una retórica vacía, más por miedo a decir algo que pudiera tornarse en su contra, que por defender una posición concreta.
Y así hemos pasado de un ciclo en el que Europa tenía una autoridad moral e inspiraba confianza a la hora de pensar y actuar, a un sistema global en el que los retos sociales y medioambientales ponen en tela de juicio la equidad y la efectividad de los sistemas imperantes.
Por lo tanto nos encontramos ante el reto de hacer frente a mensajes titubeantes o vacíos de contenido que aúpan a actores cínicos con planteamientos simples, a menudo basados en mentiras o en la “postverdad”, como se dice actualmente. Los ejemplos los tenemos a la orden del día: el referéndum en Reino Unido, las elecciones en Austria, Francia o EEUU y una tasa demasiado alta de votos en blanco y abstenciones. La ciudadanía nos lo está diciendo bien claro: la forma de hacer política –al menos tal y como la hemos conocido hasta ahora- debe cambiar.
Ante este panorama de desapego por parte de la ciudadanía hacia la política, es hora de recordar el espíritu con el que nació EQUO, miembro del Partido Verde Europeo: “Si no hay nadie que nos represente hagámoslo nosotros mismos, presentémonos a primarias abiertas, participemos en programas electorales colaborativos, y pidamos explicaciones a las personas que hemos elegido para representarnos”. Hoy, tras seis años de andadura, EQUO Euskadi, a través de diversas coaliciones, tiene un pequeño gran grupo de representantes institucionales, que se enfrentan a diversos retos.
1.- Para alcanzar una nueva forma de gobernar no podemos renunciar a la verdad, porque los hechos están ahí y nos dan la razón: vivimos en un tiempo de crisis multisistémica -financiera, social, energética, de valores, medioambiental…- donde las soluciones del pasado se han tornado ineficaces. Es la hora de la pedagogía, de explicar las causas de las crisis y de plantear respuestas a los problemas.
2º.- La ciudadanía necesita confianza porque las declaraciones de gran alcance no significan nada si los líderes no las ponen en marcha. Y, aunque cada vez surge con más fuerza un el término Gobernanza como sinónimo de eficacia, calidad y buena orientación de la intervención del Estado, no cabe un simple lavado de cara. Es la hora de dar sentido al concepto mismo de Política, y de volver a recuperar el sentido que tenía en sus orígenes, como lugar donde intenta formalizarse la necesidad humana de organizar la vida social.
3º.- Para combatir esa visión de desapego de la política institucional por parte de la ciudadanía, no podemos entender la transparencia como el mero flujo de información desde nuestros representantes institucionales hacia la sociedad. Es tiempo de iniciar un diálogo permanente entre éstos y la ciudadanía como herramienta indispensable para el diseño y la aplicación de iniciativas que resuelvan los problemas reales de la población. Sólo la comunicación de nuestras propuestas a movimientos sociales, asociaciones y ciudadanía en general puede provocar su respuesta, sus observaciones o, por qué no también sus críticas, y así comenzar a recorrer la senda de la verdadera gobernanza: la de una representación más abierta y una sociedad más participativa en el futuro.
La incorporación de la transparencia a las rutinas y procedimientos de nuestros representantes es un proceso que sin duda dará resultados en el mediano y largo plazo, pero a corto plazo tendrá costos y tomará tiempo. Como en todo cambio en una organización, habrá que tener paciencia y habilidad para encauzarlo hacia los resultados deseados y para que las nuevas rutinas echen raíces. No obstante, el esfuerzo vale la pena: una organización más transparente es también una organización más eficaz, más receptiva y más cercana a la sociedad.
El camino que hoy apenas hemos comenzado en el complejo contexto de crisis político-institucional en el que desarrollan sus funciones los representantes institucionales de EQUO Euskadi continuará con esfuerzo, con avances y retrocesos, pero es el punto de partida de un proceso de construcción de una sociedad más sostenible en sus modos de producción y consumo, en las relaciones sociales, en el modo de tomar decisiones y en su relación con la naturaleza.
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