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Mañana mismo puede comenzar la pesadilla para un número indeterminado de gatos que han vivido en pacífica convivencia con su entorno durante más de una década, si el Ayuntamiento de Gasteiz cumple su palabra, que en realidad constituye una amenaza en toda regla para las inocentes víctimas. Y todo por la cerrazón y la falta de sensibilidad tanto de los responsables del patio interior cerrado donde se encuentran, cuya titularidad corresponde a la Agencia Tributaria, como del propio Ayuntamiento, que parece haber iniciado desde hace tiempo una cruzada irracional contra los gatos de la ciudad, mientras en otras se llega a acuerdos con el ámbito animalista, de los que se benefician todas las partes, incluida la vecinal.
Todo esto ha sido explicado de manera pormenorizada hoy en rueda de prensa por representantes de los colectivos proteccionistas que han participado en el proceso, y que presentaron a la Agencia Tributaria a finales de junio un proyecto de gestión de la colonia (gratis total), que al final fue despreciado, al tiempo que se solicitaba al Ayuntamiento un informe ad hoc.
Prácticamente nada de lo que está sucediendo con este triste caso se comprende, salvo que ciertos técnicos del consistorio padezcan una suerte de “felinofobia” no diagnosticada, aprovechada por todo aquel que quiere deshacerse con total impunidad de los animales de su entorno por las razones más triviales, o aun sin ellas.
Hemos de recordar una vez más los animales –de manera especial los mamíferos– son seres sensibles, condicionados por sus propios intereses, entre los que destacan el bienestar y su contrario, el sufrimiento. En lo fundamental, todos los individuos sintientes funcionamos bajo idénticas premisas: procuramos el primero, detestamos el segundo. Es por ello que consideramos una absoluta indecencia moral el comportamiento de la Agencia Tributaria, que durante más de una década destinó un presupuesto para la colonia, y que cambia dramáticamente de rumbo al ser sustituido su responsable el pasado febrero. Simplemente no puede ser que en su día se introdujera un grupo de animales con el único fin de combatir la presencia de roedores (asumiendo una política de estricta naturaleza utilitaria, y negándose al tiempo a la práctica de la esterilización generalizada), y ahora quieran deshacerse de ellos sin miramiento alguno. Hay que recordar que estos gatos no han conocido otra vida que su mundo de patio, y que por ello será muy complicado que encuentren lugares apropiados donde rehacer sus vidas. El espacio destinado a gatos en el Centro de Protección Animal de Armentia ya ha sido “acondicionado” (léase desalojado, sin que se sepa el destino de los exresidentes) para dar cabida a los nuevos inquilinos, que desaparecerán a su vez en breve para los siguientes. Una auténtica e inadmisible locura organizada, impropia desde luego de una flamante Green Capital, y en realidad de cualquier sociedad civilizada en pleno siglo XXI.
Los responsables últimos de este drama tienen nombres y apellidos, y llegaron en un momento dado a impedir el paso de la cuidadora al recinto, con la firme intención de dejar morir a los animales de inanición. La situación se recondujo solo tras arduas gestiones de los grupos proteccionistas, los mismos que han sido despreciados por el Ayuntamiento a la hora de evaluar la situación y adoptar decisiones bienestaristas. El mismo Ayuntamiento que evita actuar en casos concretos de auxilio y maltrato, asume una política exterminadora insoportable para los colectivos animalistas locales, y mucho más para sus víctimas directas. A pesar de que una colonia “hermética”, como es la que nos ocupa, es de relativa fácil gestión.
Nos consta que, además de los colectivos participantes en el proceso, otros (incluso ciudadanos particulares) han solicitado a la concejala responsable de Medio Ambiente información abundante y concreta sobre este caso, y estamos a la espera de recibir la oportuna contestación, que se trasladará a los medios en su momento.