Hoy en la conferencia Internacional de Kambo se certifica la disolución definitiva de ETA, sin celebraciones ni nada que agradecer a la banda terrorista por esa decisión que llega sin autocrítica y tarde, que tenía que haberse tomado mucho tiempo atrás, tal y como le ha pedido en innumerables ocasiones la sociedad vasca.
Aunque lamentablemente no ha sido así, la desaparición de ETA debería haber venido acompañada del reconocimiento del sufrimiento causado e injustificado y sin esa inadmisible diferenciación de las víctimas.
No obstante, hoy es un día histórico porque mañana será el primer día sin ETA tras 60 años de violencia. Las nuevas generaciones no conocerán la barbarie de esta organización terrorista. A ellas, a la sociedad en general y sobre todo a las víctimas, se les debe un relato veraz sobre lo ocurrido.
Por ello, mañana, primer día sin ETA, se ha de retomar el trabajo y el camino recorrido de paz y reconciliación, de reconocimiento, reparación y justicia para con las víctimas. Se ha de seguir avanzando en esclarecer y consensuar una crónica clarificadora sobre lo ocurrido y todo sobre la base de deslegitimar la violencia, ninguna idea política debe ser defendida derramando sangre, jamás. Siempre se debe hacer desde el escrupuloso respeto a los derechos humanos.
Esta misma línea de actuación debe regir la política penitenciaria y el proceso de acercamiento de los presos. No cabe una política penitenciaria vengativa.
Hoy sí ha de ser un día de agradecimientos hacia aquellas personas anónimas y colectivos que en los momentos más duros perseveraron con firmeza en la apuesta inequívoca e inquebrantable por la defensa de los derechos humanos y así como por mantener viva la esperanza. La sociedad vasca ha de alegrarse y enorgullecerse por contar con esa calidad humana.