Sobre la bajada de participación en las elecciones a los Concejos

Me lamentaba hace pocas fechas, acompañado de una vecina de un pueblo cercano al mío, de la bajada de participación en las elecciones a concejos en nuestro territorio histórico, y de cómo era una pena desaprovechar una oportunidad así cuando está más que en cuestión la utilidad de Juntas Administrativas y otras Entidades Menores.

Y reflexionaba yo sobre estas cuestiones y achacaba el mal dato a tres circunstancias (reversibles, en todo caso): la migración obligada de personas mayores hacia las ciudades, la migración voluntaria de personas que buscan en el pueblo otro estilo de vida y el desinterés general hacia todo lo que suene a política.

Sobre el éxodo de personas a la ciudad no voy a decir nada nuevo, seguramente. Por razones –o excusas- de salud, comodidad, etc, desplazamos a nuestros mayores a pisos y residencias en la ciudad. Sin entrar en detalle sobre la calidad de las familias, y sus cuidados y atenciones, sí podemos certificar que no hay un interés real en que estas personas ejerzan su derecho a voto en su junta administrativa, y esto, que es una oportunidad palpable, se ve, al fin y a la postre, como una molestia (más) que provocan. No digamos ya si el pueblo se encuentra en zonas de difícil acceso, y más dadas las fechas en que se produce el plebiscito, casi invierno.

Y qué decir de esas personas urbanas que no buscan vivir en el pueblo, sino esconderse en él. Basta con dar un paseo por cualquiera de ellos para ver esta realidad. Se levantan edificios en el centro de una parcela, se cubre el perímetro con una o dos cortinas boscosas, llámese setos o pinos, perenne en cualquier caso, para protegerse también de la indiscreta caída de la hoja y sólo se sale de esa jaula de oro para el desplazamiento a la capital. Buscan un cambio de vida, pero no se produce un cambio de mentalidad ni una inmersión auténtica en el “rural style”. Y de esta forma ni participan, ni aportan, ni reciben nada del pueblo en el que viven. Incluso, me contaban hace poco, algunas vecinas cogían el coche para pasear por el humedal de Salburúa, que es el colmo de los colmos, teniendo monte y naturaleza a un metro de casa. Y por tanto, se censan y recuentan las personas de forma oficial, pero no aparecen por ninguna parte sus votos porque no los hay.

Por último analizar ese rechazo a todo lo que suene a política, que automáticamente lo asociamos a suciedad, trampa, engaño, abuso, etc. No es así de manera casual, sino que es lo que se nos ha ido diciendo día tras día en los noticiarios, lo que vamos viendo, lo que vamos sabiendo. Y esa minoría de políticos podridos trasmite su mala imagen a toda la clase política, sin que nos dejen caer en la cuenta de que la persona que se interesa y participa en la vida pública y comunitaria ya es una persona política. Y entonces esa pátina de fatalismo que nos impregna nos hace creer que nada se puede cambiar, que nuestro voto no sirve para nada y que da lo mismo una persona que otra, si total son todxs iguales.

El 1 de Diciembre perdimos una buena oportunidad de demostrar lo que somos y queremos, pero llegarán otras. No dejemos escapar muchas más, porque entonces terminarán definitivamente con lo que es nuestro, y nosotrxs mismxs seremos responsables y culpables de lo que nos venga encima, que como estamos viendo en otros casos, no es nada bueno.